A éstas sábanas blancas
desnudas como lluvia
donde brotan las flores
y la fe de las manos,
aquellos ojos bravos que brillaban
como meteoros
y que aún dormidos eran amantes
de codos, de pies, de lenguas
hasta la piel del amanecer,
han vuelto
con sus ruiseñores y salmos
con sus brazos abarcando
la pena de los siglos
para saber, infinitamente, que en las
venas aun están las rosas
que nacen con los besos.
Sue_*
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Foto: Vadin Stein
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